
Con tanta pluma, cuadradito y grabado, lo que me viene a la mente cuando veo las fotos de esta tarta es una de aquellas fiestas de disfraces de Venecia, llena de máscaras, arlequines, damas maquilladas de un blanco impoluto... la elegancia personificada.
Me gustó bastante hacer esta tarta, pues pocas veces se me presenta la oportunidad de crear algo sin una temática definida. En ésta sólo tuve que "estrujarme las neuronas" para poder modelar el muñeco con las características que me pidieron. De hecho, hasta me hicieron un croquis exacto con las formas y colores del muñequito, pero trasladarlo de papel a pasta de azúcar ya es otra cosa muy distinta. En esta foto de abajo me véis rematando los últimos detalles... no se acaban nunca... je je je.
